viernes, 29 de abril de 2011

¿Por qué no funciona el reciclaje en Venezuela?




Cuando asistimos a foros, talleres y reuniones donde se convoca a “expertos” en manejo de desechos sólidos y a personas interesadas en la problemática ambiental, salimos más robustecidos en nuestro convencimiento de que en el tema del reciclaje seguimos navegando por las nebulosas.

Muy fácil se pronuncia, “es necesario reciclar” al igual que la gastada expresión “las comunidades deben concientizarse sobre la necesidad de clasificar la basura para el reciclaje”. Y los asistentes salen de cada reunión convencidos de que es la vía correcta para contribuir a minimizar el problema de la creciente producción de basura; pero ahí se queda todo, pues a nadie se le ocurre preguntar ajá, ¿y si yo quiero reciclar a quién o adónde llevo mis residuos?

Durante nuestra reciente participación como invitados a la mesa de trabajo sobre Reciclaje y Tratamiento de Residuos, en el marco del V Seminario de Ecoeficiencia y Producción Limpia, organizado por VITALIS, con el apoyo del Banco de Venezuela y la Universidad Metropolitana, tuvimos la oportunidad de expresar nuestra disconformidad con la forma como es abordado en el país el tema del reciclaje.

¿Por qué? Pues porque no terminamos de acostumbrarnos a que pese a la infinidad de reuniones del mismo corte a las que hemos asistido, aún perdure la forma tan romántica que raya en la hipocresía, en que entes oficiales, ONG y grupos vinculados a las actividades privadas del reciclaje, sigan tratando el asunto de la misma manera simplista y extremadamente superficial.

Nuestro enfoque, por cierto no acogido especialmente entre quienes de alguna manera se vinculan a las empresas recicladoras, consistió en lo siguiente:

En primer lugar, partimos de una realidad: la producción de basura en Venezuela constituye hoy día el principal problema ambiental del país y, como tal, debe ser abordado con realismo y especialmente con la responsabilidad que exige la magnitud del caso. De acuerdo con cifras que nos dan una idea aproximada de la situación, 20 mil toneladas son tiradas diariamente en los vertederos a cielo abierto y en los seudo rellenos sanitarios del país, mientras que sólo en el área metropolitana de Caracas, la producción mensual de basura es superior a las 120 mil toneladas, con la inminente amenaza del agotamiento de La Bonanza. Ante una situación como esta, no pueden existir dudas ni consideración alguna frente a la necesidad urgente de involucrar a todos los venezolanos en las tareas de minimización de la producción de basura. Para ello, debemos tener claro que la basura no existe por si misma, sino que los seres humanos convertimos en basura los desperdicios que no reaprovechamos.

Existen formas para evitar la producción de basura. Muy frecuentemente escuchamos mencionar la famosa fórmula de las Tres R:



Tenemos, primero, la Reducción , que se lograría al adquirir la menor cantidad de objetos desechables, y la cual está prácticamente descartada en países como Venezuela, pues está relacionada con un vicio de las sociedades capitalistas, con una marcada tendencia hacia el consumismo, donde el llamado esnobismo impulsa la compra masiva de todo lo que sale al mercado. Según el "Informe sobre el estado del mundo en 2004", publicado por el prestigioso Instituto Worldwatch, harían falta tres planetas como la Tierra para satisfacer la sed consumista si el modelo occidental fuera asumido por todos los habitantes del planeta. Segundo, La Reutilización, que consiste en prolongar la vida útil de cualquier objeto mediante la reparación; es una práctica adoptada hoy día por algunas personas que, ante las dificultades para hacer rendir sus presupuestos, están optando, por ejemplo, por un mantenimiento más eficiente de sus vehículos, la reparación del calzado y de sus ropas, entre otras. Finalmente, el famoso Reciclaje, consistente en la recuperación de materiales para la fabricación de nuevos objetos de la misma naturaleza, y constituye la opción de mayor aceptación en la mayoría de países del mundo, incluida Venezuela aunque no en el volumen y diversidad que es posible.

Pese al convencimiento general sobre las ventajas del reciclaje en materia de reducción de los desechos que deben ir finalmente a los vertederos, no se adopta esta práctica en los niveles que corresponde, como son principalmente en:

Los municipios (viviendas unifamiliares y multifamiliares, barrios y urbanizaciones que lo conforman).






Las fábricas e industrias que producen residuos provenientes de sus procesos.


Los centros educativos, sociales, culturales y deportivos que congregan consetudinariamente grandes grupos humanos.






•Los lugares de esparcimiento como parques y playas, entre otros.









Se observa que los municipios, los principales entes que deberían involucrarse en el problema, caen en el juego de las operadoras de aseo cuyo negocio generalmente es llevar mayor cantidad de basura para su pesaje a los vertederos, así como cobrar por cada camión incorporado al servicio, como es el caso del área metropolitana de Caracas; y por ello no se interesan ni se convierten en factores de apoyo para el reciclaje como corresponde y en muchos casos como los obligan los propios convenios con las municipalidades. Sabemos que las operadoras se burlan de las cláusulas que firman con las alcaldías donde se obligan a colaborar con las tareas de educación ambiental, limitándose sólo a entregar lapicitos y uno que otro folletito en las escuelas, porque realmente no cuentan las municipalidades con funcionarios que supervisen y hagan cumplir dichas cláusulas. Hay otras operadoras que llegan hasta ofrecer apoyo en reciclaje, instalando contenedores en determinados lugares públicos. Sin embargo, nuestra duda y nuestro temor es que se trate de un simple parapeto y que, aunque paguen a las alcaldías, determinadas cantidades por la presunta venta de los materiales a las empresas recicladoras, el destino final de estos materiales sean los propios vertederos.

Asimismo, en los niveles de gobierno regional y nacional, no existen auténticas políticas de promoción y apoyo al reciclaje. Y vemos con asombro, como en distintas reuniones en los que participan especialmente representantes del nivel superior del gobierno, en este caso del Ministerio del Ambiente, evocan, simplemente se limitan a evocar, las bondades del reciclaje; cuando su verdadera función en este sentido sería convocar a todos los municipios del país, a través de sus oficinas regionales, para impulsar un verdadero proyecto de reciclaje a nivel nacional.

Un pecado en el que vemos incurrir a los grupos ambientalistas, a los representantes gubernamentales y a los sectores empresariales vinculados con las recicladoras, es el alarde que frecuentemente hacen sobre los presuntos beneficios económicos del reciclaje. Precisamente el punto que no gustó a los defensores de las recicladoras durante nuestra exposición en la referida Mesa de Trabajo, fue el haber hecho referencia a una realidad muy concreta en esta materia: el reciclaje, tal como está concebido en el país, y tal como lo permiten las autoridades, es sólo negocio para las empresas recicladoras, las cuales se aprovechan de las buenas intenciones ambientalistas del público que les entregan todo su esfuerzos y sus materiales para recuperar a cambio de muy poco o nada.

Por nuestra experiencia sobre el particular, derivada de nuestra gestión por espacio de ocho años al frente del Instituto Autónomo de Gestión Ambiental (IAGA) del Municipio El Hatillo, estado Miranda, podemos afirmar con toda responsabilidad, que son desconsideradas, irresponsables y descaradas las empresas líderes del reciclaje en Venezuela. Y nos basamos en los siguientes hechos:
•Hasta diciembre de 2008, momento hasta el cual presidí al IAGA, la tonelada de vidrio, colocada en los depósitos de la empresa Owens Illinois en Charallave, era pagada a Bs. F 70,00. Es decir, por un camión cargado con seis toneladas de botellas, sólo se recibían Bs.F: 420,00. Como puede deducirse, esta cantidad no alcanza ni siquiera para pagar el flete desde El Hatillo hasta Charallave.
•Pese a constituir El Hatillo un municipio modelo en el país en materia de reciclaje, pues tiene un sistema estructurado a lo largo de unos seis años que le permite recolectar y acopiar mensualmente: cerca de 10 toneladas de botellas de vidrio; más de 20 toneladas de papel y cartón; más de 600 kilogramos de envases de plásticos, entre otros, se ve impedida de ampliar su capacidad de recolección pues en el tiempo transcurrido desde la firma de convenios con las respectivas empresas, no ha sido posible la adecuada dotación de recipientes por parte de las empresas; no han atendido a la exigencia de lograr trituradoras ni compactadoras que permitan rendir los espacios de acopio y traslado de los materiales; los pagos por la entrega de materiales son generalmente demorados y en casos extraviadas las facturas; y mantienen precios congelados por los materiales que se les entregan, mientras que los productos obtenidos por el procesamiento de los materiales que se les entregan aumentan de manera astronómica. Podríamos preguntarnos, por ejemplo, ¿a cómo se cotiza en el mercado de botellas de vidrio o de plásticos una tonelada de sus productos? Sería bueno echar número, para determinar el alcance de los presuntos beneficios ambientales y compensatorios de los cuales hacen alarde a través de sus páginas en Internet y por otros medios empresas recicladoras como Owens Illinois y Ecoplast.
•Para tener una idea del sacrificio que debe realizar un municipio o institución que se disponga implantar un sistema de reciclaje, citamos lo siguiente: por un personal mínimo de cuatro personas dedicadas a la recolección, clasificación, acopio y despacho de materiales; mantenimiento de vehículos; alquiler de terreno; y otros gastos, el IAGA debe desembolsar anualmente más de B.F 45.000; y sólo percibe por la venta de los materiales menos de B.F: 14.00,00.
Entendemos que practicar el reciclaje es cuestión de conciencia y que todos estamos llamados a realizar un esfuerzo, en función de la necesidad de reducir la producción de basura; pero lo que no consideramos justo, es que a algunos se les imponga el sacrificio y otros pocos se embolsillen el producto de ese sacrificio. Es por eso que, una vez más insistimos en la necesidad de que las autoridades nacionales, especialmente en materia de ambiente, asuman el problema como un todo; donde una de las partes principales es estimular a los municipios a que se involucren en la actividad del reciclaje sin que ello implique una erogación importante de recursos sino, todo lo contrario, que constituya una posibilidad real de trabajo para gente de la comunidad, con una remuneración adecuada. Por ello la necesidad, de que de alguna forma, las autoridades ambientales establezcan mecanismos de compensación adecuada y una supervisión que garantice el funcionamiento del sistema.

Todo esto, sería bajarnos de las nebulosas y pisar tierra en una realidad que tenemos frente a la vista y, de manera especial, ante a nuestras propias narices.

Fuente: Gilberto Carreño/Círculo Ambiental


Alumna: Gabriela Alzolar

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